¿Alguien tenía alguna duda?. Hemos perdido nueve meses de nuestra vida con la esperanza de un cambio de verdad, y todo quedará igual o peor, porque Don Mariano, el jefe de un partido político calificado de «banda criminal» en varias resoluciones judiciales, podrá seguir gobernando nuestro país con el apoyo de Albert Rivera; sí, el mismo Albert Rivera al que le hemos escuchado afirmar, miles de veces y sin titubeos, que nunca apoyaría un gobierno presidido por Rajoy. ¿Qué pensarán hoy los ingenuos votantes de Ciudadanos cuando se levanten y comprueben que su líder es un mentiroso compulsivo que les ha engañado desde el primer día?.
Lo más lamentable es que el precio impuesto para bajarse definitivamente los pantalones ante la corrupción es ridículo, y no llega ni a un puñado de lentejas. Sus peticiones son tan genéricas e inconcretas que pueden ser asumibles por Don Mariano sin pestañear. Ni una sola exigencia de carácter social ni económico, ni tan siquiera el cambio de alguna ley de esas que han hundido a España en valores y libertades, o la petición de que algunos personajes impresentables -Rita Barberá o Jorge Fernández Díaz, por poner algún ejemplo- sean apartados definitivamente de sus cargos. Rajoy y Rivera representan a una derecha reaccionaria y ultraconservadora, que hace bandera con el cinismo, la hipocresía y el engaño. Muchos ya lo sabíamos, y otros se han enterado hoy.
Ciudadanos, el partido de la «limpieza», va a permitir que gobierne España una formación política que ya está imputada por corrupción en más de una causa criminal, y cuya sede nacional ha sido reformada con dinero negro procedente supuestamente del cobro de comisiones ilegales, que es una forma más de robar dinero público procedente de nuestros impuestos. Y consentirá, si nadie lo remedia, que el zorro siga cuidando del gallinero, algo así como poner a un pirómano al frente del cuerpo de bomberos. ¿A cambio de qué?; que nadie dude que todo tiene su recompensa, y muy pronto la conoceremos.
Pero si eran pocas las sorpresas hoy leemos con estupor, aunque de ese personaje envilecido se puede esperar cualquier cosa, que Felipe González considera la decisión de Rivera como «el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones«. Es de esperar, a pesar de todo, que Pedro Sánchez cumpla su palabra y mantenga su no sin titubeos; porque abstenerse sería apoyar un acto más de indecencia política, y pondría en peligro irreversible la propia existencia de su partido, actualmente en caída libre.
A pesar de todo, que no cunda el pánico, porque la distribución de escaños en el Congreso permitirá muy pronto confirmar quién es quién, y pondrá a más de uno en evidencia. Podemos, con sus 71 escaños, puede jugar un papel muy relevante, y si el PSOE recupera parte de su dignidad como partido de izquierdas no es de descartar que en dos años tengamos nuevas elecciones. España no puede seguir siendo gobernada definitivamente por una «banda criminal», y los ciudadanos debemos de extirpar un tumor que se antoja incurable.