Pagar gastos personales con dinero público es delito

por | 10 noviembre 2014

monago

Nuestro Código Penal, en el artículo 432. 1., tipifica el delito de malversación de caudales públicos,  que castiga como una pena de prisión de tres a seis años e inhabilitación absoluta por un tiempo de seis a diez años, a «la autoridad o funcionario público que, con ánimo de lucro, sustrajere o consintiere que un tercero, con igual ánimo, sustraiga los caudales o efectos públicos que tenga a su cargo por razón de sus funciones«.

Parece evidente que si un Senador dispone del privilegio de viajar gratuitamente en business, a través de Iberia, siempre que el desplazamiento esté motivado por razones de su cargo o por su actividad política, cuando lo hace por razones personales, está utilizando un dinero público para fines privados, por lo que puede convertirse en autor de un delito de malversación de caudales públicos. Sin que le exima de su responsabilidad penal el hecho de que el Senado no lleve un control adecuado de los viajes que, con el dinero de todos, realizan los parlamentarios.

No es entendible por ello que algunos medios de comunicación mantengan que la conducta de José Antonio Monago puede considerarse legal, aunque reprobable; y menos justificable que su partido, a través de su presidente Mariano Rajoy, defienda su honorabilidad al considerarle víctima de una persecución injusta, precisamente en una convención del PP, celebrada en el feudo de Monago, dedicada al «buen gobierno«.  Si es así como van a perseguir la corrupción, apaga y vámonos.

El actual Presidente de Extremadura,  José Antonio Monago,  puede hacer lo que quiera con su vida privada, y tener las novias que desee y le correspondan; pero los desplazamientos por motivos sentimentales los tiene que pagar de su bolsillo y no con dinero público, como parece ser ha hecho 32 veces en los años 2009 y 2010, en los que, como Senador, cargó al Senado sus viajes privados a Canarias, a donde acudía dos veces al mes.

Los políticos que nos gobiernan no son de fiar y están acostumbrados a mentir con un desparpajo indecente. Sin ir más lejos en menos de 24 horas José Antonio Monago llegó a afirmar que pagaba sus viajes y que todo era una confabulación contra su persona, para después desdecirse y manifestar que estaba dispuesto a devolver el dinero usado indebidamente, al mismo tiempo que pedía perdón; fórmula que se ha convertido en  habitual entre los dirigentes del PP para afrontar sus responsabilidades políticas. Se creen que están en un confesionario en el que con arrepentirse de sus pecados y con una leve penitencia, todo queda perdonado.

Lo  llamativo es que Monago se había convertido en los últimos tiempos en un azote contra los corruptos, hasta el punto que a finales del pasado mes de octubre declaró en la Cadena COPE que «pedir perdón no es suficiente, los ciudadanos quieren soluciones«; afirmando que la Justicia  «debería actuar con carácter preferente contra la corrupción», para «atajar el problema cuanto antes …  para acabar con cuatro señores que han entendido que esto es jauja». Por lo que ya es conocedor de como actuar consigo mismo.

Por supuesto que tiene que devolver el dinero, que es nuestro; pero a continuación tiene que dimitir de inmediato, retirarse de la vida política para siempre, y asumir sus responsabilidades penales. ¿Dónde está el Fiscal General del Estado para exigírselas?; tal parece que en ignorado paradero o en búsqueda y captura, como siempre ocurre cuando se descubren las conductas presuntamente criminales de la gente de la casta.

José Antonio Monago se resiste a dimitir, pero en los tiempos en los que vivimos su vida política ya está finiquitada, porque los ciudadanos ya no están dispuestos a perdonar este tipo de comportamientos. Su conducta es equiparable a la que tuvo Carlos Dívar con sus viajes privados a Marbella, siendo presidente  del Consejo General del Poder Judicial;  y aunque se resistió, no tuvo más opción que dejar su cargo.

Por cierto, esta misma semana acaba de dimitir el diputado del PP por Teruel, Carlos Muñoz Obon, por viajar a Tenerife por motivos privados, con cargo al Congreso. Parece ser que mantenía relaciones sentimentales con la que anteriormente fuese novia de José Antonio Monago. Curiosa coincidencia, aunque sea meramente anecdótica.

(Publicado en elplural.com)

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