Enrocarse o morir

por | 7 febrero 2013

ajedrez

El buen jugador de ajedrez siempre busca con paciencia la victoria, sin precipitarse porque un solo error puede ser mortal; pero cuando se siente acorralado trata de forzar el enroque, lo que conduce indefectiblemente a las tablas, y un empate desemboca en una nueva partida. Pero en político, aunque parecido, es diferente, porque el enroque es bloquearse en una situación sin salida y sin una nuevas oportunidades de futuro.

Rajoy solo podía vencer diciendo la verdad y tomando medidas contundentes, como él mismo prometió; pero le tembló la mano y para evitar tirar la toalla decidió enrocarse, lo que puede interpretarse como un reconocimiento tácito de impotencia que le conduce a un callejón sin salida, y cuando ya tienes fecha de caducidad pudrirse en política es la peor de las soluciones posibles.

Negar la evidencia, a hurtadillas, sin preguntas, y ante los suyos que ya le miran con desconfianza, ha sido su peor interpretación. Su mirada perdida y confusa, con un rostro fingidamente triste, no es la mejor compañía para las peores palabras que podía pronunciar. Y junto a Angela Merkel se le veía nervioso, inseguro  y muy poco convincente.

Don Mariano tiene ahora varias salidas, y muy posiblemente la mejor sería dejar la política y volver a su plaza de registrador de la propiedad en Santa Pola, a la que nunca renunció, y por la que se comenta recibe una compensación económica -nunca aclarada- por parte de su sustituto. Pero no lo hará porque vive en una burbuja aislado de los ciudadanos, y aún no se ha enterado  de que estos, incluidos muchos de sus fieles, ya le han dado la espalda.

No tengo la plena seguridad de que Rajoy no sea íntegro; pero es evidente que la honradez en política tarda años en reconocerse públicamente y se puede perder en un día, aunque sea por consistentes sospechas de corrupción, y ya han pasado más de 24 horas desde entonces. Y seguir ignorando lo que piensan los ciudadanos y mantener una actitud cobarde ante los periodistas le ha situado en una posición no recuperable. Rajoy trata de ganar tiempo dejando que los problemas se descompongan, pero ahora el que se  pudre es él, y más de uno ya se ha puesto la careta para evitar el pestilente hedor.

Ya parece no cuestionarse que la letra de los chapuceros papeles de la contabilidad paralela del PP pertenece a Luis Bárcenas. Y si se confirma, y al mismo tiempo se niega la autenticidad de su contenido, la única salida que le quedaría a Rajoy sería querellarse contra el extesorero por haber cometido un supuesto delito de falsedad documental, lo que desembocaría en la desintegración y desaparición de su partido, una vez que el denunciado utilizase la munición letal que guarda a buen recaudo. Y querellarse contra los medios de comunicación solo le conducirá hacer en público el ridículo.

Rajoy con su enroque ha optado por la muerte lenta e irreversible. Pero no pretenda arrastrar a una situación limite a los ciudadanos; convoque elecciones generales ya para que entre un poco de aire fresco en nuestra frágil democracia;  solo así sacaremos el país de la crisis económica que parece no tener fin.

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