El Gobierno acaba de aprobar el Decreto-Ley por el que se concretan las medidas anunciadas la pasada semana para restringir el gasto público y así poder hacer frente a la disminución del déficit en los dos próximos años; y al mismo tiempo se ha anunciado que en los próximos días conoceremos el alcance del impuesto especial que gravará a los que más tienen. Por lo que ya ha llegado el momento de analizar con realismo el verdadero alcance de las medidas y si éstas son o no necesarias.
Resultando inevitable el retraso de las ejecución de las obras públicas previstas, ya anunciado por el Ministro de Fomento, pues en estos momentos no podemos gastar lo que no tenemos, parece evidente que las medidas referidas a la congelación de las pensiones y la rebaja de los ingresos a los funcionarios son las que más debate han suscitado.
En referencia a la congelación de las pensiones, creo sinceramente que, por mucho que les duela a muchos, es un sacrificio asumible y necesario en época de crisis, pues todos en mayor o menor medida tenemos que poner nuestro grano de acera para superar una situación adversa.
Sin entrar a analizar el concepto que la sociedad pueda tener de los funcionarios, si bien muchos se han ganado la mala fama a pulso y otros son injustamente tratados, ante una reducción de sus salarios, máxime cuando no afectará a los que menos ganan y será progresiva en su aplicación al resto (entre un 0,56% y 7%), me gustaría mandarles unos mensajes que no son capaces tener en cuenta, dada su privilegiada situación:
–1º) Los más de cuatro millones de parados -ninguno de ellos funcionario- han visto disminuidos los ingresos netos y sufren la incertidumbre de no saber si a corto o medio plazo podrán disponer de un puesto de trabajo.
–2º) Los autónomos, de los que la mayoría de ellos son auténticos currantes, llevan ya más de un año sufriendo las consecuencias de la crisis con una sustancial disminución de sus beneficios y un futuro incierto.
–3º) Los únicos trabajadores que tienen su puesto asegurado de por vida, y saben que no va con ellos eso de acudir a las oficinas del paro, deberían de valorar su privilegiada situación, y asumir como gesto de solidaridad con los demás el sacrificio compartido que se les pide.
¿Existe otro camino que el escogido por Zapatero, a sabiendas de lo impopular de sus medidas?. Llevamos meses criticando al Gobierno por no tomar medidas, y cuando lo hace lo censuram0s por adoptarlas, pero NADIE es capaz -y mucho menos el PP- de proponer otras medidas alternativas más eficaces y realizables a corto plazo, y que realmente supongan un ahorro en el gasto como el que se pretende conseguir.
A los españoles se nos llena la boca cuando hablamos de solidaridad, pero cuando se nos toca el bolsillo nadie quiere asumir su cuota de sacrificio.
¿Crisis?, ¿qué crisis?, se preguntaba hace unos días el cantante argentino Fito Páez, para afirmar posteriormente que «ustedes no saben lo que es la crisis, les invito a vivir una temporada en América para que vean lo que es la crisis«. Y es que en España, y en muchos países de nuestro entorno, estamos sobrados, y ahora solo nos falta bajar de una nube para acomodarnos a la realidad, que nunca debimos abandonar.