Alberto Arce es actualmente el único español que permanece en la franja de Gaza. Llegó a Palestina precisamente el día en que finalizaba la tregua con Israel, asumiendo con todas las consecuencias el peligro de un previsible ataque de Israel que finalmente se consumó con los recientes ataques indiscriminados a la población civil; e incluso tuvo la valentía de rechazar la evacuación que le ofreció la embajada española. Me consta, por información directa de sus familiares cercanos, que actualmente la situación en Gaza es extrema, y su único medio de comunicarnos a todos los españoles lo que verdaderamente está pasando, sin filtros ni componendas diplomáticas y/o políticas, es a través de un móvil palestino que a duras penas puede cargar con un generador, por falta de energía eléctrica.
Sus únicas armas son la palabra, y sus cámaras fotográfica y de vídeo, con las que pretende captar el horror de una guerra abominable en la que Goliat pisotea día a día a David, ante la pasividad de los máximos dirigentes mundiales que miran para otro lado y ganan tiempo para preservar sus intereses políticos y económicos en la confianza de que algún día se acabará la matanza indiscriminada. Poco importan los cientos de muertos civiles, que muy pronto se convertirán en miles; total es un genocidio más de los tantos que se han cometido en los últimos años.
Pero, ¿quién es Alberto Arce, un gijonés del que sólo se sabe que tiene 32 años y ha trabajado para una ONG? Alberto es un joven con envidiables principios éticos, que desde siempre se ha negado a cualquier imposición y antepone la ayuda a los demás a sus intereses personales. Lo sé y lo afirmo porque le conozco desde hace más de 30 años, casi desde su nacimiento (en mis archivos conservo una fotografía suya tomada el 17 de diciembre de 1977, cuando aún no había cumplido los dos años), y desde muy joven ya despuntó por su especial personalidad. Amigo de verdad de mi hija, conocí de él multitud de anécdotas, en especial algunas de su etapa escolar. Fue expulsado por ateo y por díscolo del Colegio del Corazón de María de Gijón, tras un año en el que se negó a estudiar matemáticas al habérsele impedido -por falta de presupuesto para pagar a un profesor- su derecho a estudiar griego cuando decidió el camino de las letras; como buen insumiso se pasó todo el curso cruzado de brazos en clase de matemáticas, entregando siempre los exámenes en blanco, y los curas no fueron capaces de doblegarle en nueve meses de curso.
SInLaVeniA lo tuvo presente como pacifista en la guerra de Irak, y siempre me sentí encantado de conversar con él, en las escasas ocasiones en las que coincidimos en los últimos años, por ser un ejemplo de coherencia, coraje, sensatez y valentía para asumir, con todas las consecuencias, la solidaridad con los más desfavorecidos. Más de un político, de esos que se acobardan a la hora de condenar sin reservas la matanza de Gaza, se sentiría orgulloso de parecerse a él.
Es muy importante destacar las declaraciones que efectuó recientemente ante la cadena SER, en las que nos cuenta la verdad de lo que está pasando y difiere claramente de las versión «oficial», que pretende imputar a Hamas la culpa de lo que está ocurriendo
Esta mañana hablé con sus padres, y les trasmití mi enhorabuena por lo orgullosos que comprobé estaban de su hijo. Deseamos la mejor suerte para Alberto Arce, y confiamos en poder entrevistarle en breve para SInLaVeniA.